Este debate social resulta más importante cuando los líderes políticos de los principales países occidentales están debilitados, precisamente por la tímida gestión de una crisis que sigue agravándose a ojos vistas en su dimensión y sus consecuencias sobre las personas. Según el economista Leonardo Bechetti, que participó en la presentación del documento: «ante la debilidad de la banca, salieron al rescate los gobiernos que, al hacerlo, se han debilitado. Es como una transfusión sanguínea en la que el donante termina peor que el enfermo inicial». Y a expensas del dinero público.
El documento afirma decididamente que «no hay que tener miedo a proponer cosas nuevas, incluso aunque puedan desestabilizar equilibrios de fuerzas preexistentes que dominan a los más débiles». En tono de broma, el cardenal Turkson comentó que «la Iglesia descubrió la justicia social y los fallos del capitalismo liberal mucho antes que los “indignados”. Por otra parte, discrepamos en cuanto a los métodos».
Aunque el Vaticano no quiere presentar un proyecto demasiado elaborado, sino abrir un debate, su documento propone mantener los mercados financieros libres pero disciplinados por un cuadro jurídico en el que incluye cuatro elementos: crear una «Banca Central Mundial», establecer un Impuesto sobre las transacciones financieras (Tobin tax), crear un Fondo mundial de recapitalización bancaria, y separar claramente las reglas de banca comercial y de banca de inversiones.
El documento propone superar el cuadro internacional «westfaliano» (surgido de la Paz de Westfalia en 1648) que dio lugar a los estados nacionales. El estado nacional sigue siendo un instrumento muy útil, pero es ineficaz frente a problemas globales, como se vio con la contaminación atmosférica hasta que surgieron los acuerdos de Kioto. Por otra parte, la creación de una sociedad civil global permite abordar ya la creación de un gobierno mundial, que no debe entenderse como enemigo de la democracia sino como garante de los derechos de todos en áreas que desbordan la capacidad de control de los estados nacionales.
El cardenal Turkson reconoció que la actividad de algunos grupos de estados como los que se reúnen a título de G8 o de G20 puede resultar beneficiosa a corto plazo, pero deja siempre atrás a los países más débiles y resulta en todo caso limitada.
El documento no lleva la firma ni el aval del Papa, por eso está abierto totalmente al debate, pero responde a indicaciones de Benedicto XVI a lo largo de los últimos años, especialmente en su discurso a las Naciones Unidas de 2008 y la encíclica «Caritas in Veritate» del 2009.
EL VÍDEO
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=ONpVmKKJ-1k
http://www.abc.es/20111024/sociedad/abci-papa-sistema-financiero-201110241322.html
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